Lunes las 7,40 am amanece un día nublado y oscuro... como yo...
Debería ir ya camino del trabajo, pero, llego tarde... ultimamente siempre llego tarde.
Me meto en la ducha, no me van a renovar, así que... me tomo mi tiempo, me relajo, me miro, me observo y me dejo acariciar por mi amante fortuito... no necesito que me bese, ni que me regale ñoñas palabras, sólo que no cese esa erección a presión; me mezclo y me pierdo por el desagüe, todos mis pensamientos se derraman conmigo... qué importa llegar tarde.
Debería ir ya camino del trabajo, pero, llego tarde... ultimamente siempre llego tarde.
Me meto en la ducha, no me van a renovar, así que... me tomo mi tiempo, me relajo, me miro, me observo y me dejo acariciar por mi amante fortuito... no necesito que me bese, ni que me regale ñoñas palabras, sólo que no cese esa erección a presión; me mezclo y me pierdo por el desagüe, todos mis pensamientos se derraman conmigo... qué importa llegar tarde.
En la calle la marabunta lo devora todo, se increpan e insultan sin saber que no llegaran antes... a mi en cambio, todo me da igual, camino despacio y paladeo mi impuntualidad, mientras me voy poniendo la ropa y me recojo el pelo sin mucha mañana. La gente me mira como si de un raro espécimen me tratase; me pregunto si serán las ojeras, tal vez mi aspecto desaliñado, o mis irreverentes pezones que desafían a los viandantes burlonamente... y sonrió víctima del sexo matutino viendo esos rostros tristes que no tienen tiempo ni para llegar tarde.
Salgo del vestuario, uniforme arrugado, despeinada y sonriente... es muy tarde...
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