sábado, 15 de diciembre de 2007

Klaudia

La cogí con cuidado, como si fuese a resquebrajarse, la miraba ensimismada, perdida en unos grandes ojos negros que me habían atrapado, y ahora me arrastraban; Una voz me zarandeo, una voz altiva y molesta me saco del laberinto en el que había perdido la conciencia del tiempo y el espacio...
-No la toques, déjala en la cuna. Me ordenó.
Era algo inusual, a todos los recién nacidos se cambiaban y se bañaban. Al ver mi expresión, supongo que la buena mujer que se había ganado su plaza hacia años y ahora le tocaba aguantar a la jovencita de practicas con cara extrañada se vio empujada a dar una explicación...
- La madre es la negra esa de la 15p, no es de aquí... Y seguro que tiene algo... hepatitis o sida, vete a saber. Susurró, confidencialmente para que no lo escuchase la pequeña princesa que aun tenia entre mis brazos...

Ella, se llamaba Klaudia, era tan bonita como aquella muñeca que amamantaba casi sin poder moverse debido a una cesárea, debía ser de mi edad o incluso mas pequeña, estaban solas; eran dos niñas que se tenían la una a la otra.

Desprecio fue lo que sentí por aquellas mujeres que me rodeaban, arpías envidiosas que chismorreaban... No sé si era puta o no, poco me importaba... al fin y al cabo, no lo somos todas, solo cambia el pago. Unas por cariño, otras necesidad, un puesto de trabajo, una cena, una copa, placer, amor... Que importa lo que cobres, nada se da por nada.
Nadie le llevo flores, nadie la acompañaba, nadie estubo a su lado... La condena de ser diferente, la penitencia de ser una princesa de ébano, joven y hermosa, en un mundo gobernado por madrastras y príncipes azules.

Y colorincolorado... este cuento se ha acabado... o no.

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